A vueltas con la Educación

Pedro H. Pineda

Sí, querido amigo, llevas razón: te tengo un poco abandonado. Últimamente me he volcado en los temas de la pureza en el estilo en la escritura y he dejado aparte los temas cotidianos. Y no es que yo crea que el mundo se va a parar si no cuenta con mi opinión, sino que yo sé positivamente que a ti, mi buen amigo, te interesa lo que pienso. Por eso; porque eres mi amigo, porque me conoces bien, porque sabes la particular visión que tengo de los problemas, fruto más bien de la edad y de la experiencia, que de las tendencias más o menos originales de tanto “idealista” de los que actualmente andan sueltos.

Echo de menos mi “escuelica”, mis alumnos, mi labor… Es cierto. Por eso no dejo de repasar, como si estuviera en activo, los sucesos y las noticias que se producen en la actualidad. Bien a través de la prensa diaria, como de la especializada, como si quisiera aprender cada día algo nuevo. Como si fuera ese pajarillo que vuela a diario por los alrededores del nido, en busca de alimento para sus polluelos. Y en esta última es dónde he encontrado un artículo que me ha hecho saltar de mi modorra y de mi hastío.

– ¿Qué has leído, Pedro? – Te preguntarás… –

– Pues mira, querido amigo. Se trata de una noticia que anuncia la llegada a Londres de un colegio, que ofrece, además de las obligadas asignaturas del Gobierno Británico, la formación y/o educación en un valor moral concreto.

-¿Qué me dices, Pedro? ¿No ofrecen tres lenguas? ¿Deportes extraescolares? ¿Educación no sexista, laica, anti lo que sea? ¿En serio has dicho un valor moral?

– No te asustes amigo, aunque las cantidades que se están pagando para acceder a este colegio es para echarse a temblar: ¡treinta mil libras! Y también para preguntarse qué padres tienen en el bolsillo semejante capital. Y el por qué de este gastazo… Te lo digo ya, que te veo en ascuas… Se trata de, -agárrate a la silla no vaya a ser que ruedes por los suelos-, que estos colegios de élite que ya proliferan por Estados Unidos, y ahora lo hacen por Europa, enseñen a sus alumnos el valor de la humildad.

– ¿Queeeeeeeeeeeee?

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– Si, hijo, sí. Las familias más pudientes hacen cola para pagar estas cantidades en Avenues, The World School.

Aquí tienes algunas de las razones. Te las copio del citado artículo:

“Según The New York Times, Manhattan se ha transformado en un mercado para la creación de futuros líderes globales. Los jóvenes son emocionalmente inteligentes, pero poco humildes. Cuándo se solicitó un informe para estudiar la creación de nuevas escuelas, preguntaron a las universidades más reputadas cuál era la carencia que encontraban entre los solicitantes de la Gran Manzana. Casi todas las respuestas giraron en torno a la idea de los valores…”

“No deja de ser extraño hacer negocio en torno a la humildad, pero parece que se trata de una virtud que todos apreciamos bastante. A nadie le gusta trabajar o convivir con personas arrogantes, vanidosas o engreídas”(*)

En fin, ya ves. Por estos lares rebuscando nacionalismos, diferencias interterritoriales, géneros por allí y por acá, machismo, bullings, feminismos, y tantas cosas más, -que está bien tenerlas en cuenta y darles solución-, y por otros volviendo a la más elemental norma de la educación: Llevar a la persona como de la mano para prepararla para la vida. Esta es la sencilla definición de la educación desde los más remotos tiempos. Y desde siempre, los valores morales han ido por delante.

-¡Ah, y que nadie me tilde de clasista! (Como se entere el coletas, me la juego). Para enseñar valores morales no hay que pagar tanto dinero. Yo diría que ninguno. Bastaría porque todos… EMPEZÁSEMOS A SER HUMILDES.

(*) Alfonso Aguiló, Hacer Familia.

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