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La almorrana asesina

Don Juan guardaba dos secretos en su cuerpecito: uno en el corazón, hacerse rey; y otro en sus “Países Bajos”…

Pedro Hermosilla / HISTORIAS PARA UN RATICO

Estos Austrias desde luego tenían una curiosa manera de nacer y, sobre todo de morir: vamos con don Juan de Austria, hermanastro e hijo putativo (no confundir con “hijo puta” tivo) de Carlos V, consecuencia de un escarceo erótico festivo del monarca “picha brava” con una tal Bárbara Blonberg.

El caso es que el Rey reconoció al nene y lo hizo educar en España. Pasó de familia en familia de acogida hasta que tuvo edad de hacerse un hombre de provecho y lo mandó a estudiar donde se estudiaba antes, es decir, en Alcalá de Henares. Allí vivía por entonces la familia Cervantes y es posible que se conocieran puesto que tenían edades similares (un par de años más don Miguel).

Ya hecho todo un mozo, su hermanastro Felipe II lo nombró General, quitándole el puesto al Marqués de Modéjar, -la familia es la familia, decía don Vito Corleone-. Como jefazo supremo de las fuerzas reales se dedicó a repartir mamporros por las Alpujarras, por Lepanto,(donde coincidiría otra vez con Cervantes), por Túnez, por los Países Bajos…etc; o sea, que repartía más rijostios por el mundo que Bud Spencer en Almería…

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Pero Don Juan guardaba dos secretos en su cuerpecito, uno en el corazón: hacerse rey; y otro en sus “Países Bajos”: unas almorranas del tamaño de la cabeza de un bebé. Tenía el trasero como un saco de garbanzos. Le atormentaban tanto una cosa como la otra. Bueno posiblemente le atormentara más la segunda porque os recuerdo que por entonces se viajaba a caballo y muchas veces con la armadura puesta.

Se ha especulado mucho sobre la muerte de este insigne señor. He leído por una parte que murió envenenado, que lo hizo por un tifus exantemático (quié decir tabardillo en cristiano), e incluso por una peritonitis. Pero casi por casualidad me he encontrado con la respuesta más verosímil en un libro de Carlos Fisas y luego he intentado bucear por internet para comprobarlo.

He encontrado referencias de un libro del Doctor Dionisio Dazza, su médico. Se llama “Práctica y teórica de cirujía” de 1580. Dice el Doctor:”el remedio de las sanguijuelas es mejor y más seguro que rajarlas con lanceta pues algunas veces se hacen llagas muy corrosivas y de abrirlas con lanceta lo más común es quedar con fístula y alguna vez causa de repentina muerte, como acaeció al serenísimo Juan de Austria, el cual después de tantas victorias vino a morir miserablemente a manos de médicos y cirujano.

Consultaron y decidieron darle una lanceteada en una almorrana. Dieron la lanceteada y sucedióle un flujo de sangre tan bravo que pese a hacerle todos los remedios posibles en cuatro horas dio el alma a su creador. Por lo visto la autopsia confirmó el diagnóstico ya que al abrir el fiambre, tres doctores concluyen.”Creemos entonces que el cuadro final fue la hemorragia causada por la operación hemorroidal realizada con impericia e imprudencia.”

Así pues paisanos, alegrémonos aunque no seamos grandes de España, ni famosos, ni grandes guerreros, ni nada de eso; pero seguro que a ninguno nos falta un tubito “Hemorrane” en el botiquín de casa.

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