Cultura

Miles de fieles llegan a Italia para participar en la canonización de la Madre Teresa de Calcuta

En un cariñoso encuentro con veinticinco mil voluntarios de ayuda a los necesitados, el Papa Francisco ha dicho: «Mañana tendremos la alegría de ver a Madre Teresa santa. ¡Se lo merece!»

MH.- El cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, ha asegurado que la Madre Teresa de Calcuta, a la que canonizará el papa Francisco el próximo domingo, “ha de ser el gran signo, el hito que oriente nuestras tareas pastorales en nuestra diócesis” en los próximos años.

El Cardenal, que concelebrará con el papa Francisco este domingo en la plaza de San Pedro, en el Vaticano, en la misa de canonización de la madre Teresa, ha destacado que “Dios alienta nuestra esperanza en estos tiempos precisamente por Teresa de Calcuta, que será puesta como enseña luminosa para la humanidad entera”, según recoge la agencia AVAN.

Con el modelo de la madre Teresa de Calcuta, “habrá una Iglesia renovada y renovadora, verdaderamente revolucionaria con la única revolución que cambia el mundo la del amor, la de la caridad, la de Dios que no pasa de largo de los pobres más pobres, sino que se acerca tanto a ellos, que con ellos se identifica: ahí está la santidad”, ha precisado.

Encuentro con 25.000 voluntarios

El Papa Francisco, dirigiéndose este sábado a los católicos del mundo entero, les ha dicho que «la Iglesia no puede permitirse actuar como lo hicieron el sacerdote y el levita con el hombre abandonado medio muerto en el camino. No sería digno de la Iglesia ni de un cristiano ‘pasar de largo’ y pretender tener la conciencia tranquila solo porque se ha rezado», según ha informado hoy la Cadena Cope.

En un encuentro con voluntarios de ayuda a los necesitados en la Plaza de San Pedro, Francisco insistía en que «el mundo tiene necesidad de signos concretos de solidaridad, sobre todo ante la tentación de la indiferencia». Necesita urgentemente «personas capaces de contrarrestar con su vida el individualismo, el pensar sólo en sí mismo y desinteresarse de los hermanos necesitados».

El Papa añadía comentarios al margen de su texto escrito, como la referencia dolorida y la invitación a rezar «por tantas, tantas personas que, ante tanta miseria, miran hacia otro lado, como diciendo ‘a mí que me importa…'».

Y no solo ante la pobreza extrema, la enfermedad, o las catástrofes naturales, escenarios en que se mueven los voluntarios, sino también ante los abusos pues «la explotación de las personas es un pecado mortal. Es un pecado moderno, y un pecado grave».

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Fundadora de las misioneras de la Caridad

Nacida en Albania pero naturalizada en la India, Agnes Gonxha vino al mundo un 26 de agosto de 1910. Dedicó su vida a los más desfavorecidos iniciando su noviciado en 1928 en Darjeeling, tres años más tarde hizo sus votos de pobreza, castidad y obediencia como monja, fue entonces cuando fue trasladada a Calcuta. Aunque ya había decidido hacia dónde quería encaminar su vida, no fue hasta 1946 cuando la Madre Teresa experimentó la «llamada2 definitiva que haría que se dejase el cuerpo y el alma en ayudar a los demás.

En 1950 fundó la congregación de las Misioneras de la Caridad en Calcuta, donde cuidó a los sin hogar, los lisiados, los leprosos, a la gente más indefensa para traerlos de vuelta a la sociedad. Aunque quiso dimitir en 1990, las monjas de la orden no dejaron que eso ocurriese y siguió al frente de la congregación hasta 1997, cuando María Nirmala Joshi tuvo que tomar el mando debido a la afectada salud de la fundadora.

Los dos milagros de la beatificación

Su labor humanitaria no pasó desapercibida ante el mundo y el reconocimiento internacional más importante llegó con el Nobel de la Paz en 1979. Recibió muchos más premios y galardones a lo largo de su vida pero el más valioso llegaría tras su muerte, cuando el Papa Juan Pablo II la proclamó Beata en 2003 ante la atenta mirada de 300.000 personas en la Plaza de San Pedro. Si bien la beatificación ya había sido considerada con su muerte, fue en 1998 cuando un suceso inexplicable se la otorgó casi automáticamente. Mónica Besra, que tenía un tumor en el abdomen, sanó el 5 de septiembre de ese mismo año, después de que una de las hermanas que la cuidaba colocase sobre su abdomen una imagen de la Virgen María, que antes había estado sobre la túnica de la Madre Teresa. Este hecho fue puesto en duda por gran parte de la sociedad e incluso el marido de la afectada aseguró que la curación se debía al tratamiento que la enferma había seguido durante un largo periodo de tiempo.

Aunque la comunidad cristina afirma que fueron muchos los milagros que realizó la monja albanesa, el hecho que finalmente elavará a los altares a Santa Teresa es el reconocimiento por parte del Papa Francisco de otro de los milagros. Fue ayer cuando el Pontífice firmaba el decreto por el que se avala el milagro que se produjo en 2008, en un hombre brasileño, que se encontraba en fase terminal por graves problemas cerebrales y que salvó su vida por la intercesión de Santa Teresa después de que su mujer pidiera la intercesión de la beata. Al regresar al quirófano, según recoge el diario «Avvenire», el doctor que le trataba se encontró al paciente sentado, asintomático, despierto, perfectamente consciente y preguntándose qué hacía ahí.

El médico explicó durante la fase de estudio de este supuesto milagro que no ha visto «nunca un caso como este» y que todos los pacientes similares que había tratado en sus diecisiete años de profesión habían fallecido. Han pasado ya 18 años desde su muerte, pero su mensaje y su obra están hoy más vivos que nunca.

Libro recomendado: «Para vos nací» (Un mes con Teresa de Jesús), Espido Freire (Ariel)

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