Entretenimiento

El tardeo ha llegado para quedarse

Copas y tapas. Duplicidad razonada, pura tendencia. Los gastrónomos curiosos tienen una cita cotidiana e ineludible

Tino Carranava
El curso serpenteante de la primavera nos lleva a vivir el tardeo, una palabra que ha entrado a formar parte del idioma hostelero. Las dudas a nuevas tendencias llevan incluido un cierto desapego inicial. Tras duras pruebas superadas hacemos del tardeo cosmopolita una vocación confesa cotidiana. Propuesta gastronómica vespertina que se adapta a paladares exigentes con presupuestos ajustados.

La llegada de un hábito hostelero no sucede de manera repentina, sino que su consolidación se produce de una forma lenta, pero constante. El tardeo se manifiesta de manera explícita con la primavera consolidada. Los gastrónomos son remisos al tardeo de postura y postal. Sin vanidades culinarias los atractivos gustativos se agotan.

El tardeo es una bola extra de aperitivos sinfín y anexo de sobremesas con sensibilidad nocturna. Pero sus hazañas no acaban ahí. La psicopatología hostelera de la vida cotidiana evidencia la naturalidad con la que se consolida sin necesidad de recurrir a sutilezas culinarias. Sin mediación hostelera alguna extiende las garantías gustativas mientras se convierte en tendencia.

Nos sacude las penas de mortecinos y grisáceos aperitivos y almuerzos para reiniciar la euforia vespertina. Un nuevo cambio de rumbo – otro más – necesario con el que la hostelería pretende dar esquinazo a la crisis. Se incrementan las ganas de apurar una rubia bien fría a media tarde o conciliar el paladar con un ameno cóctel. El tardeo consigue burlar la rutina hostelera con algún cambio sensible o un golpe de timón vital, más o menos, notorio.

La 2º ruta programada por la Confederación Empresarial de Hostelería y Turismo de la Comunidad Valenciana (Conhostur) no ha hecho más que confirmar su indiscutible asentamiento. Hostelería de consumo transversal, tapas, cervezas, vinos, copas, que no está sometida a reglas específicas de admisión culinaria inherente a la vieja hostelería. El tardeo posee algo que transciende y le confiere un encanto muy distintivo en el que cualquiera queda incorporado con solo mudar sus hábitos horarios.

La lectura positiva se destila durante nuestro periplo. Las experiencias demuestran estar a la altura de las fantasías hosteleras incubadas. El tardeo es ahora más necesario que antes. La buena acogida inicial evoluciona en empatía general. La fusión de tapas y copas vespertinas subraya esa afirmación rotunda.

Las andanzas gustativas se multiplican. Descubrimos misteriosas y radiantes tapas, de calidad desarmante, pura orfebrería culinaria. En otras ocasiones percibimos el planeta rubio único de la cerveza mientras registramos el apunte majestuoso de un gin tonic con historia.

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Aunque no todo es felicidad, en algunos locales, pocos, el tardeo todavía está muy crudo. Baja enteros de manera evidente, lo que provoca una oferta desigual. Acabado el capítulo de objeciones podemos solazarnos con las virtudes que se acumulan en la mayoría de bares. El tardeo ha logrado una oferta con mil espacios para agrandar la vida hostelera cotidiana.

Convertirse en hábito protagonista, inspirar a hosteleros o unir a los clientes más variopintos en torno a su candidatura son algunos de los retos que el tardeo ha cumplido.

Algunas costumbres parecían inamovibles pero las cosas han cambiado. Y es que ningún local del ecosistema hostelero está libre de su efecto.

Comienza a tener una identidad propia y un peso determinante en cada ciudad.Depende de la idiosincrasia de la hostelería local.No se le resiste nada.

El mundo de la hostelería vive un momento de transformación todos los parámetros y hábitos evolucionan o se cuestionan. Aunque algunos piensan que siempre hemos practicado un tardeo ligeramente disimulado.

No sabemos si el tardeo será una forma de dominación hostelera o un habito crucial (a) temporal.

Pero una cosa esta clara, no necesita anunciarse ha llegado para quedarse.

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