Opinión

Lim, vende ahora

Manuel Huerta

Lo dije a principios del mes de enero, tras la derrota ante la Real Sociedad en Anoeta (2-0): los aficionados debíamos de dejar de pensar en otra cosa que no fuera rezar porque el Valencia pudiera evitar el descenso. Luego, a algunos, pudo confundirles la elminatoria europea con el Rápid de Viena. Pero no. Si estamos de acuerdo en que la Liga BBVA es la mejor del mundo, la diferencia con cualquier equipo que no esté entre las otras tres más importantes (Premier, Bundesliga y Calcio), es abismal. Por tanto, lo del equipo austríaco fue bastante normal.

Y digo rezar porque no nos queda otra. Peter Lim es un empresario de los buenos, sin escrúpulos. De hecho, ha ganado no se cuántos puestos en la lista Forbes desde que es propietario del Valencia. No por eso, pero sigue ganando mucho dinero en sus negocios. Y no, no ha comprado un club español por su afición al fútbol ni por su relación con algunos «ilustres» del mundo del balón, no. Ha invertido para ganar y sólo para ganar el máximo dinero posible. Y lo que es peor: no tiene prisa.

Al señor Lim le importan un comino la historia, el Sentiment, la prensa, el descenso y el desprestigio del club. Lejos de tomar medidas coherentes en lo deportivo (aspecto de la venta en la que los señores Salvo y Martínez han engañado a la sociedad valenciana), muy lejos de cumplir con sus promesas de situar al equipo entre los más importantes de Europa, sus intenciones pasan por sentar las bases para generar un gran negocio inmobiliario (actual Mestalla, Porxinos, Paterna, terciario nuevo estadio), con el que multiplicar su inversión.

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Para toda esa operación puramente económica, le da lo mismo estar en Primera o en Segunda. A partir de ahí y tras suculentos beneficios personales, verá que hacer con la parte deportiva. Estamos hablando de cinco o seis años vista, siempre y cuando la recuperación económica se consolide y le permita facturar lo previsto según sus objetivos. Luego, puede decidir jugársela confeccionando una proyecto potente o puede vender. También podría seguir especulando desde su atalaya de propietario de lo que la marca Valencia CF, construída por muchos miles de otros, le pueda generar. En Primera o en Segunda, porque la marca tiene todavía muchos años de explotación comercial.

También lo escribí hace unos meses, cuándo aún no sufríamos la parodia Neville: Lim juega con el Valencia para fortalecer sus relaciones internacionales y justificar su desembarco como gran salvador de un club en bancarrota. Pura operación de márketing empresarial, notoriedad máxima en un sector que abre otros pingües negocios, aunque se encuentre en la Liga Adelante. ¿O es que el Real Zaragoza, el Valladolid, el Elche, el Mallorca, el Córdoba, el Osasuna, etc, no mantienen su prestigio como marcas históricas en zonas geográficas de atrayentes mercados de negocio?.

Viendo al equipo en los últimos partidos de Liga y el calendario pendiente, no me queda ninguna duda: nos vamos a Segunda. Porque este equipo no es capaz de ganar ninguno de los partidos que le quedan por disputar, con jugadores desorientados, algunos irresponsablemente desenchufados del problema, sin dirección técnica, sin recursos ni estímulos para salir del agobio de la clasificación. Y el señor Lim a lo suyo, la pasta y su rentabilidad. Para esto no hacía falta todo aquel circo de la venta. Hoy, probablemente, ya estaríamos fuera del grupo de los mejores pero seguramente, no en manos de un simple y puro especulador.

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