Valencia

La maestría de Ponce salva la tarde

El valenciano se inventa un toro y hace una faena digna del número uno del escalafón

MH.- Después de una apoteósica mascletá de Europlá y una comida propia del día de San José, el cartel de la plaza de toros invitaba al optimismo. Y los matadores pusieron todo de su parte pero los astados de Núñez del Cuvillo, descastados, deslucieron la categoría reconocida de los diestros.

Y haciendo uso del símil futbolístico, el Cuerno de Oro de la tauromaquia mundial, el maestro de maestros Enrique Ponce, hizo presencia en el albero mojado de la calle Xátiva toreando cómo sólo él sabe hacerlo en el firmamento taurino. Devuelto por flojo el primero, el sobrero era más débil todavía. Brindó a David Mora e intentó corregir la debilidad del toro: lo cuidó, lo mantuvo en pie, lo dejó respirar… Ese es Enrique Ponce, único, cátedra. Mató limpiamente. Ovación.

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El cuarto sale de varas cayéndose, rueda en los pases de tanteo, pero Enrique –que ha brindado a sus paisanos– es inigualable, lo embarca con facilidad; da pausas; mide; se lo enrosca a la cintura. Con maestría, va sacando muletazos: derechazos suavísimos, a cámara lenta, impresionante; cambios de mano con cadencia y ritmo; dos pases de pecho interminables. Es difícil torear mejor; sólo falta la chispa que el toro no tiene. Acaba metido entre los pitones. Recibe un aviso antes de coger la espada, acierta a la segunda: una oreja.

El segundo toro embiste con calidad pero pierde las manos. En el tercer muletazo de cada serie, se para, no puede más. Sebastián Castella lo intenta sin éxito. Mata con facilidad. El quinto es un bonito jabonero que también se cae, después de clavar los pitones en la arena, pero se deja un poquito. Fiel a su estilo, Castella insiste, encadena muletazos templados hasta que el toro se para; recurre a la valentía y se pega a los pitones. Emborrona la faena con la espada.

David Mora ha vuelto a estar a buen nivel. En el sobrero que hace tercero, con querencia a toriles, lancea con buen estilo, corre la mano con solemnidad y le coge el ritmo en los naturales. Una faena limpia, inteligente, bien rematada con la espada. En el sexto vuelve a lancear con gusto. En banderillas, excelente Ángel Otero. Pero el diestro se topa con un toro sin casta, que se para pronto.mata con seguridad y se gana el respeto de la plaza.

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