Opinión

Camino de la esperanza

Jose Segura / LO QUE HAY

Hoy es el día. Empieza la sesión de investidura con toda la certidumbre de que esta no verá la luz. Pero da igual, porque necesariamente el nuevo espectro político del Congreso de los Diputados obligará, sin duda, a debatir y dejar claras las posiciones de cada uno. Esas que hasta ahora han permanecido medio escondidas.

Acabará este período con o sin gobierno. Veremos o no nuevas maniobras de los que hasta ahora se han pasado por exceso o por defecto. Tendremos que acudir o no a unas nuevas elecciones generales. En el fondo, da igual. Porque lo importante es que todos, ciudadanos y políticos, adquiramos experiencia en este ensayo general con todo, ante esta nueva obra en la que comparten tablas viejos y nuevos actores.

Lo que empieza hoy tiene todas las posibilidades de resultar una conversación entre sordos, en la que cada parte –sin escuchar a la otra- llevará ya preparado y escrito lo que va a decir, tanto a favor como en contra del candidato.

Seremos espectadores del discurso de una social-democracia descafeinada que se conforma con mejorar algo lo ocurrido en la legislatura anterior. Le apoyará, más o menos, una nueva derecha liberal –aún por enseñar su verdadero rostro- que insistirá en que esas ligeras mejoras se deben fundamentalmente a su insistencia en el pacto firmado para lucirlo hoy.

También tendremos ocasión de escuchar a una derecha, pasada de moda y agrietada por tanto alto cargo acusado de corrupción, que defenderá a capa y espada sus logros macroeconómicos, pudiendo incluso alardear de mejoras sociales que serán abucheadas por falaces desde la parte izquierda de la bancada.

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Y asistiremos expectantes al espectáculo que promete la nueva izquierda, la llamada radical, que reniega de sí misma autocalificándose de transversal y de abajo. Les escucharemos las críticas más feroces, las bravatas más hirientes y las propuestas más peligrosas por su ansia de obtener el poder en todo y a costa de lo que sea.

Acabarán los discursos con las parrafadas de los otros izquierdistas –los del declive- de los nacionalistas, independentistas, pequeños partidos siempre en venta y algún que otro representante del enorme cajón de sastre en que se ha convertido el grupo mixto. Se oirán de estas comparsas las frases más vehementes y seremos testigos de algún que otro recurso efectista, pues necesitan toda la visibilidad posible ante su relativa insignificancia mediática.

Y así llegaremos al viernes. Ganará el no y se quedará el candidato para vestir santos. Al menos por ahora. Empezarán entonces dos meses de conversaciones sin luz ni taquígrafos, aunque con mucho ruido partidista. Y si no hay arreglo, esperaremos hasta finales de junio para votar de nuevo. Mientras, el gobierno conservador seguirá en funciones y haciendo alguna que otra trastada, como tiene por costumbre.

Este es el guion más probable de la investidura que empieza hoy. Un gigantesco canto a la nada, pero que no debe frustrarnos. Todo lo contrario. Escuchemos, leamos entre líneas, aprendamos a plantear una nueva convivencia y, lo más importante, pensemos de nuevo nuestro voto para resultar más eficaces la próxima vez. Esa es la verdadera esperanza, la nueva meta, cuyo camino empieza hoy.

Twitter: @jsegurasuarez

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