Opinión

El bebé de la discordia

Susana Gisbert

Asistimos la pasada semana al inicio de un nuevo período legislativo. O al menos, eso es lo que esperamos, que de momento aún no sabemos de qué color va a ser el Gobierno, si es que va a ser de alguno, o si siquiera va a ser.

Pero la cuestión es que, a pesar de los muchos cambios y de los muchísimos problemas que arrostramos, la atención se centró sobre alguien que ni siquiera va a poder disfrutar de su minuto de gloria porque ni siquiera puede aún apreciarlo. Un bebé de seis meses, el bebé de una de las diputadas electas, que se fue con su mamá al trabajo. Y la criatura eclipsó la atención por cualquier otro tema, y colmó las redes de memes y chistes. Hasta el punto que uno de los diputados le votó como Presidente del Congreso, como si estuviera en la elección de delegado de clase de cuarto de la ESO en lugar de ejercitando una responsabilidad que han depositado en él unos cuantos millones de españoles. Que el sentido del humor está muy bien pero hay que saber dónde está uno.

Pero al margen de eso, resulta que el hecho de que la diputada llevara a su bebé a la sesión constitutiva hizo correr ríos de tinta. Partidarios y detractores. Todos interpretando por qué lo hacía, y si debía o no debía. Pero no se hagan ilusiones. No voy a dar mi opinión. Al menos no abiertamente. Pero seguro que entre líneas la leerán. O no.

Lo que me indigna es que el hecho de conciliar, o no hacerlo, y de cómo se haga, dé tanto que hablar. Señal que no tenemos nada normalizado el tema. Y mala señal, además. Cuestionar si debía dejar a su bebé en la guardería del Congreso –espacio del que carecemos la mayoría de trabajadores públicos-, si debía dejarlo en su casa o darle biberón en lugar de amamantarlo dice muy poco de nosotros, no de ella. Quizás si estuviéramos acostumbrados aver la conciliación como algo normal, no hubiera hecho falta ese gesto, pero lo bien cierto es que si acaparó tanto la atención fue precisamente por eso, porque nos queda mucho camino por andar. Camino que no se recorre tampoco diciendo que otras mujeres renunciaron a su baja maternal, porque eso no es conciliar, es otra cosa.

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¿Cuánto tiempo ha de pasar para que entendamos que ser madre es algo normal, como ser padre también lo es? ¿Cuánto para que un bebé no acapare toda la atención cuando debía acapararlo temas preocupantes como el paro, la sanidad, la justicia o la educación?

¿Nadie se ha planteado que tal vez lo conveniente, lo moderno y lo adecuado habría sido comportarse con normalidad y hablar de lo que se debe en vez del pobre bebé, que se ha hecho más famoso que si hubiera pasado tres meses en la casa de Gran Hermano?

Solo el día en que algo así no sea noticia, hablemos avanzado algo. Hasta entonces, queda claro que el gesto es necesario. Porque al menos se ha hablado de conciliación. Que si no, ni eso.

@Gisb_sus

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